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¿Tarjeta de crédito o préstamo personal?
El uso de plásticos para la compra de productos y pago de servicios es una modalidad que ha cobrado masividad en el mercado. Estos servicios de tarjetas de crédito se multiplican en gran medida por la ventaja que significa para el consumidor andar sin dinero en efectivo como también, para la gran mayoría de los trabajadores, realizar compras en cualquier momento del mes sin tener que esperar al cobro del sueldo.
Claro que estas tarjetas a diferencia de préstamos a pagar en cuotas fijas, muchas veces no permite controlar antes de la llegada del resumen mensual el monto total de lo gastado e inducen a la compra compulsiva.
En una novedosa versión de plásticos, diversos comercios de electrodomésticos y también de indumentaria, ofrecen a sus clientes la tarjeta para realizar compras en las diversas sucursales del negocio.
Sin embargo esas tarjetas no son más que credenciales de plástico con el nombre del usuario grabado. Es decir, muchas de esas no son ni tarjetas de crédito, ni de compra, ni de débito, ni ninguna otra parecida. Se tratan de préstamos personales contra firma de pagarés disfrazados de tarjetas de crédito porque entregan al usuario una credencial de plástico.
En este sentido resulta más que importante conocer de antemano las condiciones de contratación del servicio de financiación. Para ello, antes de firmar o dejarse convencer por los empleados y promotores, es imprescindible pedir copia del contrato, leerlo y analizarlo en detalle. De esa manera se reducirán los futuros inconvenientes.
Diferencias
Hay que tener en cuenta que el servicio de tarjeta de crédito difiere del de préstamo personal. Si bien ambos constituyen créditos para el consumo, de acuerdo a las entidades prestadoras, los intereses varían. En general las tasas de interés en los créditos que otorgan las empresas de electrodomésticos o indumentaria son más altas.
Si se es usuario de tarjeta de crédito y se cumple puntualmente con los pagos, muchas veces se obtiene un beneficio adicional que es el aumento del margen del crédito. El consumidor que es responsable y paga en término obtiene más crédito para cargar de compras o débitos en la tarjeta. De todos modos esto representa una tentación que hay que saber administrar.
Ello es posible porque el contrato de tarjeta de crédito es en primer lugar un contrato que se renueva año tras año automáticamente (claro, con aviso previo por parte del banco), a diferencia de los créditos personales que son por un monto determinado y un plazo de pago prefijado.
Las tarjetas de crédito permiten comprar en una amplia red de comercios a diferencia de los créditos para adquisición de productos de un determiado lugar. Con las tarjetas que no son tales de estos comercios, también muchas veces lo que sucede es que el consumidor posee muchas cuentas, es decir una por cada comercio de rubro, lo que genera una mayor erogación en gastos y cargos abusivos e impuestos, tales como gastos de emisión o mantenimiento de cuenta, seguros de vida, servicios adicionales impuestos, gastos de emisión, etc.
Una diferencia también resulta a la hora de realizar una compra en particular y comparar precios. Por ejemplo, con las ofertas y promociones de compras con tarjetas en cuotas sin interés, se mantienen en la compra con tarjeta el precio de lista.
Servicios adicionales
En todo servicio bancario o de financiación, los servicios adicionales como Seguro de Vida, Seguro de Desempleo, Seguro de Accidente, etc. son importantes revisar y en su caso solicitar al banco o entidad financiera los papeles, pólizas, etc.
En estos servicios el beneficiario de la póliza es la empresa proveedora, y muy rara vez los usuarios son favorecidos, ya que se desconoce el alcance del seguro que pagan incluso engañados.